jueves, 7 de mayo de 2009

En el principio de los tiempos, cuando no existía nada, cuando ni siquiera el tiempo existía porque nadie había inventado nada para llevarle la cuenta, cuando el hombre todavía no existía, en mitad del universo estaban reunidos los sentimientos.

Y los vicios y las virtudes se pasaban todo el día discutiendo y peleando, sobre todo azuzados por la Ira y la Discordia. Y discutían sobre quien habitaría el cuerpo de los humanos, si los vicios o las virtudes. Y no se ponían de acuerdo porque unos decían que habría mas virtudes que vicios en los humanos y otros que al revés, que sería mayor el número de vicios que estarían en los humanos.

Y como nadie se ponía de acuerdo. La Locura, que estaba loca, tubo una idea que le pareció genial. Y dando saltos en mitad de la reunión dijo:

- Tengo una idea, tengo una idea para solucionar la discusión.

Todos se quedaron expectantes. Y la Locura saltando por todos lados dijo:

"Es una idea genial que seguro que no falla."

En este punto la Intriga, que estaba realmente intrigada, pensó:

- "¿Cuál será la idea tan buena que ha tenido esta Locura? "

Y la Locura seguía diciendo:

- ¡Lo tengo! ¡Lo tengo!.

Y la Intriga que estaba cada vez más intrigada, azuzada por la Curiosidad preguntó por fin:

- , ¿Y cuál es esa idea tan buena?.

La Locura dio un salto y después otro y dijo:

- Muy fácil. ¡Se trata de un juego!.

Como la Locura seguía dando saltos y no parecía que fuese a decir nada más, la Intriga preguntó: ¿Y que juego es?

- Es muy sencillo, es un juego genial y muy divertido. - dijo la Locura - Es el juego de la escondida.

Entonces la Intriga sí que se quedó intrigada. Y como ya no podía soportar tanta intriga dijo:

- ¿Y qué demonio de juegos es ese?.

Muy fácill. - dijo la Locura dando vueltas alrededor de la Intriga - Uno de nosotros se pone a contar de uno a cien de cara a un tronco muy grande y con los ojos tapados. Y los demás salen corriendo a esconderse donde puedan. Luego el que cuenta sale a buscar a los demás. Si al último que encuentre es una virtud, serán las virtudes las que habiten al hombre en mayor número, si es un vicio serán los vicios los que habiten a los humanos.
Entonces la Intriga preguntó:

- ¿Y quien va a contar?.

Y la Ternura dijo:

- Anda, Locura, ya que se te ha ocurrido a tí tan buena idea, ¿qué mejor que seas tú quien cuente?.

- De acuerdo, de acuerdo - dijo la Locura.

Y se fue a un tronco a contar.
Uno, dos, tres, cuatro...

Todas las virtudes y los vicios salieron corriendo a esconderse.

La Justicia tomò de la mano a la Verdad, porque la Verdad siempre acompaña a la Justicia, y se fueron hasta un río que pasaba por allí cerca. Era un río de aguas cristalinas y puras. Y la Justicia dijo:

- Nos esconderemos aquí, para que luego digan que la Justicia no es clara. -

Y la Justicia se escondió en el fondo del río junto con la Verdad.

La Ensoñación tomó a la Ternura de la mano y dando saltitos se fueron a esconder detrás de una nube rosa. Y allí comenzaron a pintar las nubes de tonos morados, rojos, rosas y azules. Y es por eso que en los atardeceres el cielo se llena de nubes de colores.

La Lujuría tomó de la mano a la Pasión y juntas escalaron una montaña para esconderse en ella. Pero una vez dentro la temperatura empezó a subir y las rocas a calentarse y a fundirse hasta que la Lujuría y la Pasión hicieron nacer un volcán en aquella montaña.

La Pereza no se movió de donde estaba. Con el sueño que tenía , se iba a molestar en esconderse? nah, vamos. Y se echó a dormir detrás de un banco que había por allí cerca.

Y así se fueron escondiendo todos, todos menos dos...

Cuarenta y ocho, cuarenta y nueve, cincuenta, cincuenta y uno...

La Envidia, envidiosa como siempre, quería saber donde se escondía todo el mundo y se quedó allí en medio.

- Setenta y cuatro, setenta y cinco...

El otro que no se escondía era el Amor. Porque el amor es indeciso y no sabía dónde esconderse.

La Locura estaba llegando al final de la cuenta:

- noventa y ocho...

El Amor y la Envidia no sabían dónde meterse. La envidia vio un pino y se subió en lo alto.

- noventa y nueve...

En el último momento el Amor se tiró a un rosal de rosas rojas donde nadie se había escondido porque estaba lleno de espinas...

- y ¡cien!. terminó de contar la Locura.

La Locura se dio la vuelta y empezó a buscar a sus compañeros.

- ¡Piedra libre por la Lealtad!.- La Lealtad, leal como era, no se había movido del lado de la Locura.

- ¡Piedra libre por la Esperanza!.- La Esperanza se había escondido cerca pensando que quizá no la encontrarían.

- ¡Piedra libre por la Ignorancia!.- La Ignorancia, despistada salió preguntando:

- ¿A qué estamos jugando?

- ¡Piedra libre por la Gula que está comiendo pasteles!.

- ¡Piedra libre por la Soberbia!.

La Soberbia salió muy encendida y dijo:

- Me había escondido muy bien, ¿A que me encontraste al final?, ¡Vamos, con lo bien que me escondo yo!

Piedra libre por la Humildad!.

La Humildad se acercó a la Locura y le dijo:

- La verdad es que me has encontrado muy bien.

- ¡Piedra libre por la Pereza!.

La Pereza seguía durmiendo plácidamente a pesar de todo el alboroto que la Locura estaba armando.

La Locura llegó hasta el río de aguas cristalinas, miró al fondo y vio a la Verdad y a la Justicia. Y gritó:

-¡La Justicia y la Verdad están allá abajo!.

La Justicia, que vio que la habían visto, revolvió el fondo para que las aguas se volvieran turbias y no pudieran verlas. Y le dijo a la Verdad:

- Tú quédate aquí que yo saldré por las dos y convenceré a la Locura de que no te ha visto.

Y la Verdad le hizo caso y allí se quedó, y la Justicia salió corriendo detrás de la Locura, y corría más y más hasta estar a punto de alcanzarla cuando de repente se tropezó con una piedra y se cayó. Con la caída se había lastimado una rodilla, pero aun así se levantó y siguió corriendo renga, pero cuando llegó la Locura ya había llegado.
Es por eso que la Justicia renguea, pero siempre llega. Y desde entonces a la Verdad no se la ve por ningún lado.

Entonces la Locura se fijó en que la montaña donde se habían ocultado la Pasión y la Lujuria ahora era un volcán.

-¡Qué raro! - se dijo la Locura. Y fue a investigar.

Así que la Locura subió por la ladera del volcán y se asomó al borde del cràter. Y allá abajo, en una repisa de piedra Pasión y Lujuria estaban dando rienda suelta a todo lo que representaban. La Locura, avergonzada, dijo mirando para otro lado:

-¡Cruz por la Lujuria y la Pasión que están ahí abajo haciendo cosas feas! - y se fue corriendo dejando a la Lujuria y a la Pasión, quienes no se habían enterado de nada, con sus cosas.

Luego la Locura miró al horizonte y vio nubes de colores en forma de dragones, elefantes, princesas, duendes y castillos. Y pensó:

- "Esto parece cosa de la Ensoñación, y si la Ensoñación está por aquí la Ternura no tiene que andar lejos".

Y efectivamente, subió hasta las nubes y allí vio a la Ensoñación contándole cuentos a la Ternura y esta mientras tanto hacía nubes con las formas que le relataba la Ensoñación. Y la Locura, viéndolas tan atareadas no quiso molestarlas y escribió en una nube: "¡aqui estàn la Ensoñación y la Ternura!." Y se fue.

La Locura ya había descubierto a todo el mundo menos a dos: la Envidia y el Amor (ya que a pesar de lo que decía la Justicia, ella tenía una cierta idea de por donde estaba la Verdad. Los locos están locos, pero no son nada tontos). Ya no sabía dónde buscar y miró al cielo para pedir ayuda. Y con esto vio a la Envidia que estaba en lo alto del pino.
Cruz por la Envidia!.

La Envidia, envidiosa de que no hubieran encontrado al Amor, se bajó del árbol y dijo:

- El Amor está escondido en esos rosales.

La Locura dio vueltas a los rosales pero no vio al Amor, y es que el Amor es difícil de encontrar a veces.

- Pero busca bien, que está ahí.- dijo la Envidia.

La Locura intentó apartar las rosas con las manos pero se pinchó.

-¡Ay!

Y es que a veces el Amor hace daño sin querer.

- Pero busca bien, que seguro que está ahí. - azuzó la Envidia.

La Locura ya no sabía que hacer y en su afàn de descubrir al amor moviò las ramas frenèticamente. Finalmente se oyó un grito que dejó a todos helados: Las espinas habìan herido en los ojos al amor, dejando sus ojos ciegos y bañados en sangre.

La Locura no sabía que hacer, todos la estaban mirando, y sintiéndose culpable por lo que había hecho le prometió al Amor que a partir de ese momento sería su guia.

Es por eso que el amor es ciego, y siempre va acompañado por la locura.

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